16 julio 2009

Señales de debilidad en la Honduras “de facto”: reinstauran toque de queda y hablan de posible regreso de Zelaya


Fiel a la costumbre y el folklore de los gobiernos “de facto”, Honduras ha reinstaurado ayer (15 de julio) el toque de queda. La medida, algo desesperada, fue adoptada tras el llamado a la insurrección popular del presidente derrocado Manuel Zelaya y la convocatoria que realizaron sus seguidores para impulsar nuevas protestas.

El Gobierno explicó la medida a través de los medios de comunicación: "En vista de las continuas y abiertas amenazas por parte de grupos que buscan provocar disturbios y desorden en algunos lugares de nuestro país, y para brindar seguridad y protección a todas las personas y sus bienes, (el Gobierno) ha resuelto instaurar el toque de queda".

A pesar del toque de queda, desde los sectores sociales movilizados a favor de la defensa de la constitucionalidad hondureña y la restitución del presidente depuesto, se ha asegurado que continuarán las marchas y protestas, además del bloqueo de carreteras en los accesos a las principales ciudades del país. "Él (por Zelaya) ha hecho un llamado a la movilización social al pueblo hondureño, y el pueblo está respondiendo positivamente", dijo Rafael Alegría, líder del Frente Nacional de Resistencia Contra El Golpe de Estado.

Por su parte, el presidente del Gobierno golpista, Roberto Micheletti, ha manifestado su preocupación por el reciente llamamiento de Zelaya a la insurrección popular, tratando de “usurpador” al nuevo Gobierno e insistiendo en su restitución como presidente. Finalmente, Micheletti ha terminado refiriéndose al posible regreso del depuesto presidente al país.

"Anda el comentario, no sé si es realidad (...) que se está armando un grupo de gente y que el sábado va a entrar el ex presidente Zelaya por la frontera sur a las 2 de la tarde", dijo Micheletti. Además reiteró que estaría dispuesto a renunciar al cargo si con ello se logra avanzar en la solución del conflicto. La postergación de las elecciones presidenciales para noviembre de 2009 parece una idea cada día más insostenible.

Sólo semanas después del último Golpe de Estado en Latinoamérica, la movilización social hondureña (sin apoyo de la Iglesia ni de la Partidocracia), la presión económica y política de los Estados de la región y de los organismos internacionales, junto con la insistencia de Zelaya en volver al país en calidad de presidente legítimo, parecen estar agotando los días del Gobierno interino. A pesar de que Honduras está aislada políticamente y ahogada económicamente, Gobierno, Iglesia y Ejército continúan resistiendo la restauración constitucional mientras quienes padecen más la situación (como siempre) son los millares de hondureños y hondureñas que subsisten en la pobreza.

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