29 junio 2009

Honduras. El ejército derroca al presidente Zelaya

Regreso al pasado más oscuro de América Latina y a la habitual costumbre de los ejércitos nacionales de clausurar períodos de gobiernos democráticos mediante la fuerza de las armas. En este caso ha sido Honduras y la víctima de turno el presidente Manuel Zelaya.


El ejército derrocó el pasado domingo 28 de junio a Zelaya con el apoyo de sectores políticos que rechazaban los intentos de reelección del mandatario hondureño. La acción golpista provocó al unísono la condena internacional de los países del continente americano y europeo, junto a Organización de Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos y Unión Europea. Desde inicios de la década de 1980 que Honduras no era víctima de un Golpe de Estado. Actualmente tiene 7 millones de habitantes, una tasa de desempleo del 28% y más del 50% de la población vive en la pobreza.

El ejército entró a la residencia presidencial, sacó a Zelaya a punta de pistola y lo trasladó a un avión con destino a San José, capital de Costa Rica. Ni Zelaya conocía donde iba, ni el propio gobierno costarricense sabía que recibiría la inusual visita. "A mí me despertaron los balazos, yo salí prácticamente en ropa de dormir", relató Zelaya por la cadena Telesur.

El mandatario era repudiado por varios sectores hondureños por su especial transformismo de empresario conservador a dirigente próximo a la izquierda y los gobiernos latinoamericanos de corte reformista (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, entre otros). Según algunas versiones la gota que rebalsó el vaso fue la destitución del Jefe del Estado Mayor, la semana pasada, al oponerse éste a colaborar en la organización de la consulta popular – declarada ilegal por la Justicia – para evaluar la posibilidad de reformar la Constitución y extender el mandato presidencial cuatro años más. La Corte Suprema ordenó la restitución del Jefe de Estado Mayor y ordenó a las Fuerzas Armadas expulsar a Zelaya por su insistencia en el referendo.
"Si el hacer una encuesta provoca un Golpe de Estado y provoca agarrar al presidente a la fuerza y sacarlo a empellones de su país, entonces ¿en qué democracia estamos viviendo?", dijo Zelaya en rueda de prensa desde Costa Rica.

El presidente de Estados Unidos (EEUU) Barack Obama, se apresuró a reclamar respeto por la democracia hondureña y afirmar que el único presidente constitucional es el propio Zelaya. Desde diferentes medios se rechazó de inmediato la idea de que la Central de Inteligencia Americana (CIA) pudiera estar involucrada en el asalto nocturno golpista (ejercicio tan habitual de la CIA).

Por su parte el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, sugirió que junto a sus aliados no descartaban una intervención militar si se designaba otro presidente luego del derrocamiento. Aún así, el Congreso hondureño designó el mismo domingo por la tarde a un presidente interino hasta el próximo enero, el jefe del Parlamento Roberto Micheletti, miembro del Partido Liberal de Zelaya. "Si juramentan a Micheletti o a Peleletti o Gafetti o a Goriletti, lo derrocaremos", dijo horas antes Chávez. "Haremos todo lo que tengamos que hacer para que Manuel Zelaya sea restituido en su cargo", afirmó. Honduras es miembro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América y el Caribe (ALBA, integrada por Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Ecuador, y Antigua y Barbuda).

En su toma de posesión Micheletti se justificó: "Lo que hemos hecho aquí es un acto democrático, porque nuestro Ejército sólo ha cumplido con la función que le ordenó la Corte Suprema de Justicia". El 29 de noviembre habrá nuevas elecciones presidenciales.

El nuevo presidente anunció como primer medida el toque de queda nocturno. Mientras tanto algunos seguidores de Zelaya levantaban el domingo por la noche barricadas en el centro de Tegucigalpa y cerraron el acceso a la casa presidencial, cerca de la cual se escucharon varios disparos sin heridos. Algunos de los manifestantes de fuera de la capital hondureña indicaron que los simpatizantes de Zelaya tienen prohibido el acceso a Tegucigalpa por los puestos militares improvisados en las vías de acceso. Desde Costa Rica, Zelaya llamó a la resistencia pacífica: "Le pido calma al pueblo de Honduras, pero que defiendan también su democracia y defiendan sus derechos. El pueblo de Honduras tiene que hacerlo con calma, para eso hablamos de la no violencia. Hay formas de protestar sin usar armas".

A pesar de que los tanques salieron a la calle para reafirmar el orden anticonstitucional, un graffiti rezaba en una de las casetas de vigilancia de la casa presidencial "Esa es la casa del pueblo, no de los militares golpistas".

Ahora queda por ver no sólo cómo reaccionará la sociedad hondureña a la destitución del presidente que democráticamente eligió, sino también cuál será la posición del resto del continente americano. La inteligencia política regional quizás radicará en saber evadir ideas trasnochadas de intervención militar de uno u otro color y colaborar desde el consenso en la recuperación de la constitucionalidad hondureña.

En ocasiones el regreso al pasado implica una forzosa oportunidad de madurez, en otras en cambio sólo certifica que nunca nada cambia si molesta a los estamentos más poderosos de la sociedad. Está en las manos de Honduras y de los gobiernos del continente razonar las virtudes de uno u otro camino.

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