El deber de matar desconoce horarios y formalidad. Tal es el caso de Zachary Boyd, recluta del ejército estadounidense en Afgánistan, que ni tiempo tuvo de ponerse los calzoncillos gracias a la emoción que lo embargó el saber que debía salir a la montaña con sus compañeros a tirar unos tiros contra la rebeldes que aún se resisten a aceptar la ocupación de un ejército foráneo que tiene, además, esta clase de miembros.
En Estados Unidos ya se inauguraron clubes de fans dedicados a avalar la graciosa espotaneidad del recluta en cuestión y la empresa que fabrica y comercializa los calconcillos anunció que creará un nuevo modelo estampado con las mejores fotos de Abu Ghraib.
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